Volver a Vales

26 02 2009

Si buscas Vales en googlemaps el icono rojo aparece justo encima de la fonte do conde. No recuerdo cuál fue la primera vez que mi abuelo o mi padre me dijeron: «Colle a xerra e vai por auga á fonte do conde». Ni sería capaz de decir, siquiera aproximadamente, cuántas veces me dijeron esa frase: en cuántas ocasiones escuché esas palabras que a mí siempre me sonaron más a premio que a castigo. Sé que fueron muchas, porque muchas fueron las veces al día que iba a por agua a la fonte do conde y muchos fueron los días de mi vida que pasé en Vales.

Vales es una aldea gallega de la provincia de Ourense, que pertenece al municipio de San Cristóbal de Cea. Por el hecho de tener una iglesia, que siempre ha jugado un papel fundamental en la vida del pueblo, es también una parroquia en torno a la que se agrupan otros pueblos más pequeños, y está situada justo en el límite con la provincia de Lugo, sólo a diez minutos de camino andado de una pequeña aldea lucense llamada Agrexán.

¿Qué nos une a una tierra? ¿Qué nos hace sentirnos parte de un lugar? ¿Qué consigue que nos produzca cierta tristeza no estar en un sitio determinado? Estoy convencido de que no son sus casas, ni sus plazas repletas de niños jugando al balón, ni siquiera sus ríos, sus monumentos de interés cultural, ni tampoco sus fiestas. Nos une la gente, la que es de allí o vivió en aquel lugar en algún momento y que identificamos con todo lo que en esa tierra nos ha sucedido: esa gente cuya imagen está unida de manera poderosa a esa tierra concreta. Nos une también algún icono, ya sea físico o emocional, emblemático, casi mágico, al que profesamos cierto respeto y que forma parte de nuestra vida.

Es cierto que de Vales recuerdo, entre otras cosas, el río Bubal, el campo de la fiesta, su iglesia y el cementerio anexo, los interminables caminos, las fincas, los hórreos semiabandonados, las omnipresentes vacas, los ladridos de los perros por la noche o la nieve en semana santa. Pero Vales para mí no es eso. Vales es mi padre. Vales es mi abuelo. Si no fuera por ellos, Vales no hubiera existido para mí, y tras su ausencia el pueblo se hizo mucho más pequeño.

Hace tiempo escribí que quizá no pisaría Vales nunca más, y tenía mis razones, pero este sábado volveré de nuevo y siento algo especial que me resulta difícil de explicar. Sé que me gustaría dar un paseo con el pueblo vacío, sin que nadie me reconociese y me preguntase nada, sin que nadie me impidiera parar en algún punto concreto a mirar, a pensar, a recordar algunas cosas. Y me encantaría que fuese San Pedro y poder ir al campo de la fiesta con Emilio, y al final de la noche volver a casa e atopar o meu avó e o meu pai falando na cociña coma sempre.





Emilio

2 02 2009

 

No niño novo do vento hai unha pomba dourada;

quen puidera namorala, quen puidera namorala, meu amigo!

 

Porque soy socialista, y eso no me lo va a quitar nunca nadie (mucho menos ninguno de los escogidos miembros del Club de Finanzas), porque soy gallego y eso imprime carácter y se lleva hasta la tumba y mientras se lleva se vive, se vive muy dentro…, porque me gusta analizar todo lo que tiene que ver con la comunicación política, aunque a ratos no consiga separar las emociones de la frialdad que necesita una mirada crítica, porque no tenía ningún plan mejor para el mediodía de ayer domingo y en la tienda del barrio hace tiempo que no venden campurrianas, por todo eso y porque Emilio tiene tele en Internet ayer vi el mitin de Touriño y Zapatero en Lugo.

 

Me gustó Emilio, me gustó más que ZP. Empezó muy bien, contando que ha elegido personalmente la canción de campaña: Quen puidera namorala, un poema mítico de Álvaro Cunqueiro, hecho canción por Luis Emilio Batallán y versionado para la ocasión por Xoel López: ¿se puede pedir más? Emilio ha dejado atrás sus complejos, está contento y orgulloso de lo que ha hecho, y eso se nota porque sale enchufado al escenario y transmite optimismo, seriedad y confianza. Cierto es que abusa demasiado de las cifras (nadie las recordará veinticinco segundos después de decirlas…), pero está claro que ha aprendido la lección de los valores, la atribución de la responsabilidad del cambio en su persona y la necesidad de contraponer de manera clara los dos modelos que hay para Galicia. Igual que en el caso de Patxi se nota que está muy bien asesorado por verdaderos profesionales del marketing político.

 

Uno de los momentos más emocionantes del mitin fue cuando contó que esta legislatura había sido la primera vez que os mozos galegos habían salido al extranjero a aprender a inglés, y es que el atraso de Galicia en muchas cosas parecía que no tenía solución (un poco como aquí) hasta que llegó el deseado cambio en el Gobierno, Fraga pasó a mejor vida y PSdG y BNG se pusieron manos a la obra (con un programa muy de izquierdas) a luchar contra el caciquismo. Al Partido Popular ya no le es suficiente con el inmoral carrexo de votos cautivos, ahora tiene que remar contra corriente y, lo que es más complicado, contra la voluntad de esa mayoría de gallegos satisfechos con el cambio. Para que el PSdG gane Touriño sólo tiene que hacer dos cosas: convencer a los gallegos de que si ha habido cambio, es porque él ha sido Presidente y que la victoria del Partido Popular significaría volver al pasado.

 

El uno de marzo volveré a estar con los compañeros de Galicia, igual que  hace cuatro años en Santiago o hace ocho en Ourense, y mientras vuelvo con muchas ganas de volver y de ver a alguna gente, y mientras hago planes para beber otra vez da fonte do conde, y mientras pienso en lo que mucho que ha cambiado la tierra de mi padre desde que yo correteaba por las calles de Vales, y mientras… escucho la banda sonora del cambio para un país, Galicia, que necesita más socialismo del de verdad y a un hombre bueno que se llama Emilio de Presidente.